2. Síntesis del artículo de
Luis Alberto Quevedo
La cultura de las pantallas que vivimos hoy, ya está instalada para no irse y como educadores tenemos que aceptarla y capitalizarla para nuestras prácticas pedagógicas.
No podemos expulsar del aula como objeto indeseado el aparato de televisión o usar solamente de ella, el documental, o los programas de TV educativa, que siguen los mismos factores de homogeneidad, sistematicidad y continuidad, cuya base es una estructura de linealidad y orden secuencial, que estamos acostumbrados a utilizar.
Tenemos que incorporar a nuestra cultura letrada los nuevos lenguajes audiovisuales y tratar de propiciar los aprendizajes de las nuevas reglas de producción y decodificación de imágenes.
Necesitamos establecer ciertos principios de innovación del sistema escolar, reconociendo que la TV no es solamente un auxiliar pedagógico sino que conlleva ciertos lenguajes y formas culturales propias y que son además el centro de la socialización de los niños de nuestro siglo. Hay que reconocer que transmite algún tipo de conocimiento y que pone en juego valores estéticos propios, además que ha sabido crear y recrear géneros clásicos consagrados por la cultura del libro.
Por lo tanto la escuela tiene que considerar sus características, posibilidades, y también sus trampas, haciendo partícipe a los chicos de estos descubrimientos, pero no en una posición de enfrentamiento sino de aceptación e integración en nuestro sistema educativo y abandonar la posición defensiva que nos caracteriza.
La cultura de la imagen se caracteriza por la adquisición de conocimientos en mosaico, montajes temporales, fragmentación, hipertexto y superposición de géneros estéticos.
La estructura narrativa de la TV y los medios de comunicación, proveniente de la cultura mosaico, se caracteriza por el desorden, la dispersión y el caos aleatorio.
Asimismo la cultura de la imagen fue superada por la cultura digital y de la convergencia tecnológica de los lenguajes y formatos.
La escuela de Frankfurt tiene una mirada crítica sobre los medios de comunicación y los productos de la cultura de masas, varios nos alertan sobre el deterioro de lo político, sobre la crisis de valores, sobre la banalización del discurso y la influencia que ejerce la TV en la violencia.
A pesar de ello, la cultura de la imagen nos hace reconocer que la TV realmente existente, es un fenómeno cultural significativo para los jóvenes y que debemos incorporarlo a nuestras prácticas docentes como nuevas estrategias pedagógicas, rescatando lo bueno y reconociendo que la producción y decodificación de la imagen son procesos cognitivos necesarios para el desarrollo de nuestros alumnos.